martes, 4 de mayo de 2010

Obesidad y Educación Física (3ª revisión)

Índice


1. Introducción

2. ¿Qué es la obesidad?

2.1. Una Realidad problemática

2.2.1 Proceso Interno de la Obesidad: Autoestima, Imagen corporal y problemas sociales

2.2.2 Proceso Externo de la Obesidad: Cuánto daño hace el entorno...

2.2. Causas de la Obesidad

3. La obesidad entre los adolescentes españoles

4. La obesidad y la Educación Física

4.1. Papel de la Educación Física ante la Obesidad

4.2. Estrategias para la inclusión de los obesos en la EF escolar

5. Conclusiones




1. Introducción

El presente trabajo ofrece una visión amplia y en parte desconocida del problema de la obesidad. Hemos pretendido abordar el tema, por un lado, desde un enfoque personal y propio de aquellos que padecen esta enfermedad, y por otro, desde un enfoque externo que caracterice al entorno de estas personas y a la sociedad misma.

Iniciamos el trabajo desde una perspectiva objetiva sobre la obesidad, añadiendo cifras generales y mostrando la preocupación existente a nivel mundial.

En el apartado siguiente se presenta una óptica diferente y muy crítica de cómo la obesidad se ha tratado desde los medios más especializados e informados; y se reflexiona sobre si es correcto o no el tratamiento de la obesidad como una enfermedad.

Posteriormente, se aborda el tema como un proceso interno, donde se evidencian algunas de las consecuencias que la obesidad ejerce en las personas que la padecen; y como un proceso externo, mostrando la gran influencia que se tiene desde los medios de comunicación, desde la propia familia o cómo la tecnología puede afectar a la misma.

Finalmente, se plantea la relación existente entre la obesidad y la educación física escolar, donde se presentan tres vías de intervención, y donde el papel y la formación impartida por el profesor resultan cruciales para una correcta información y prevención del problema. Se concluye este mismo apartado añadiendo una posible estrategia de intervención que a nuestro juicio resulta real y factible.


2. ¿Qué es la obesidad?

La obesidad se caracteriza por el exceso de grasa corporal y es fruto de la interacción entre genotipo y ambiente. En función de la grasa corporal, podríamos definir como sujetos obesos a aquellos que presentan porcentajes de grasa corporal por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas (SEEDO, 2007). Sin embargo, resulta más complicado definir los márgenes de obesidad en niños/as porque no hay una definición normalizada de crecimiento infantil que se aplique a todo el mundo.

Jean Mulligan (2000), en respuesta al estudio publicado por Cole et al. “Establishing a standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, comenta que la prevalencia de exceso de peso con la edad es aproximadamente del 10-12% a los 18 años, incrementando al 20-25% a los 23 años y siendo el periodo de mayor ganancia de peso el paso de adolescencia a edad adulta. Por ello habrán de tenerse muy en cuenta no sólo la altura y el peso sino también el sexo y el estado puberal.

En Mayo del 2004 se aprobó la Estrategia Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud como consecuencia de la creciente preocupación e incremento de las enfermedades no transmisibles como causa de muerte en las sociedades desarrolladas. En ella se abordaron dos de los principales factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles: el régimen alimentario y las actividades físicas (OMS, 2004). Esta estrategia contemplaba de una forma global la implicación de los diferentes organismos e instituciones, de manera que los propios gobiernos de los países debieran considerar las directrices marcadas dentro de sus políticas de promoción de salud, a saber, promoción de productos alimenticios acordes con una dieta saludable, programas alimentarios, participación comunitaria y creación de entornos favorables, fomento de la política agraria, mensajes públicos claros, políticas multisectoriales para promover la actividad física, colaboración con asociaciones de profesionales de la salud y grupos de consumidores, etc.

El documento de la OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud podría resultar la solución al problema de la obesidad (hábitos alimentarios y actividad física) y suponer así el giro a la tendencia imparable de las últimas décadas. Sin embargo, no lo ha sido y hoy en día parecen primar más los intereses comerciales y publicitarios que la propia salud de la sociedad.

Por ello nos vemos sometidos a un constante “bombardeo” informativo que nos incita al consumo y a la ingesta desproporcionada de alimentos con alto contenido calórico, o lo que es peor, nos vemos sometidos a un “bombardeo” de información totalmente contradictoria sobre productos light que no hace sino confundirnos, mezclando información, en muchos casos incierta, sobre salud y bienestar.

Podemos afirmar que la obesidad podría afectar a un menor porcentaje de población si, y a través de una colaboración multidisciplinar, se disminuye la ingesta calórica, estando ésta equilibrada al gasto energético, se fomentan hábitos alimenticios saludables y se educa en estilos de vida saludables que incorporen actividad física de forma regular.


2.1. Una realidad problemática

La palabra “obesidad” proviene del latín obedere que significa “devorar, comérselo todo”, esta traducción dice mucho de cómo el término es entendido en nuestra sociedad, la obesidad hace pues, referencia a la apariencia física y presupone un comportamiento (Gard y Wright, 2005).

Por otra parte, la obesidad se mide por la acumulación de grasa, algo que con el tiempo se ha considerado de dudosa aceptación por los múltiples factores por los que se ve afectado este valor: la nacionalidad, el sexo, dónde se acumula la grasa...

Atendiendo a la OMS, “La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Una forma simple de medir la obesidad es el índice de masa corporal (IMC), esto es, el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros. Una persona con un IMC igual o superior a 30 es considerada obesa y con un IMC igual o superior a 25 es considerada con sobrepeso. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para numerosas enfermedades crónicas” (OMS, 2006 en línea). Según esta definición, la obesidad es un factor de riesgo y no una enfermedad como tal, sin embargo, se ha dado por hecho (y se ha tratado como tal), que la obesidad es una enfermedad, aún más, una epidemia.

En el libro de Gard y Wright (2005) se pone de manifiesto cómo la OMS y la sociedad en general, ha caído en contradicciones con respecto al término. Por un lado, tratando éste como una enfermedad y por otro, algo que con el tiempo se está demostrando más cercano a la realidad, como un factor de riesgo; con lo cual la obesidad puede producir enfermedades o no.
Pueden existir (y existen) personas obesas que no tengan ninguna enfermedad y pueden existir personas delgadas que padezcan alguna enfermedad.

En definitiva, parece lógico pensar que, dejando de lado consideraciones conceptuales anteriormente citadas, resulta fundamental una intervención en la reducción de los factores de riesgo derivados de la obesidad, que puedan llevar a enfermedades fisiológicas y psicológicas. Siendo éstas últimas consideradas, también, de vital importancia, ya que representan el proceso interno de la persona obesa y determinan su autoestima e imagen corporal.

2.2.1 Proceso Interno de la Obesidad: Autoestima, Imagen corporal y problemas sociales

- Imagen corporal e insatisfacción corporal

Según Vidal (2007), la imagen corporal es un conjunto complejo de percepciones que incluye tanto ´cómo vemos todo el cuerpo´ y ´cada una de sus partes´, como ´el movimiento y los límites de éste´, es decir, la experiencia subjetiva de actitudes, pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos y el modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los sentimientos que experimentamos.

En el contexto de la obesidad, es importante hablar de dos aspectos fundamentales cuando nos referimos a imagen corporal (Vidal, 2007):
- Insatisfacción corporal: grado en que los individuos valoran o desprecian su cuerpo.
- Distorsión de la imagen corporal: Imprecisión en la determinación del tamaño corporal.
Muchas personas tienen una imagen corporal muy distorsionada, produciéndoles sufrimiento sin que existan razones objetivas para ello. Incluso aquellas personas que tienen un sobrepeso real se ha demostrado que la experiencia subjetiva es siempre más negativa que la realidad objetiva.
Pero la imagen corporal se puede mejorar, no es fija e inamovible, sino que puede ser diferente a lo largo del tiempo y por tanto se puede modificar (Vidal, 2007).

Uno de los aspectos fundamentales sería aprender a tener una imagen lo más realista posible, es decir, que mi representación del cuerpo se aproxime al tamaño real del mismo, corrigiendo aquellas distorsiones que pueden haber, además de ser capaces de sentir y pensar positivamente sobre mi apariencia física; enfrentarme a mis miedos y al malestar (Vidal, 2007).

De acuerdo con Raich (citado en Gussinyé, 2005) los problemas que acompañan a una mala imagen corporal son: una baja autoestima, problemas con la identidad del género, ansiedad interpersonal, problemas en las relaciones sexuales, depresión, etc.

- Autoestima

La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quiénes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Ésta se aprende, cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (Vidal, 2007).

Según cómo se encuentre nuestra autoestima, será responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciará la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.

- ¿Cómo se manifiesta la autoestima en un paciente obeso?

Tener un pobre concepto de uno mismo a menudo conduce a un sentimiento de inseguridad, como cuando anticipamos un fracaso o un rechazo, y este trastorno puede desembocar en un sentimiento de ansiedad que a veces se alivia con la comida.

El problema con la comida, que tiene su origen en una imagen equivocada de nosotros mismos con un sentimiento de inferioridad, lleva a una infravaloración cada vez mayor que intensifica el concepto negativo de uno mismo.

Se puede creer que todo lo que se necesita para aliviar el autoconcepto negativo es señalar los hechos a la persona, demostrarle que en realidad es atractiva, competente y agradable, por desgracia, eso no es suficiente. No podemos cambiar nuestro propio concepto mediante una simple información objetiva. Una vez que se presenta un cuadro de apetito compulsivo éste puede pasar a controlar todos los aspectos de la vida de una persona. En otras palabras, se origina por una determinada causa pero después empieza a servir para otros propósitos, a veces la razón original que llevó a la compulsión ya no existe y, sin embargo, el problema se mantiene en el individuo por otras razones que han surgido posteriormente (Vidal, 2007).

- Estigmatización y problemas sociales

La estigmatización y los prejuicios que la sociedad actual tiene contra los obesos y que afectan a todas las áreas de su vida, desde la educación afectiva y familiar hasta la laboral, generan una serie de desventajas y alteraciones psicológicas significativas.

Algunos estudios muestran situaciones como la predisposición contra el peso por parte de los compañeros y la predisposición por parte de los educadores. Los profesores afirman que se percibe a los estudiantes obesos más desaseados, emocionales, con menor probabilidad de ser exitosos en la escuela o con mayor probabilidad de tener problemas familiares; por otro lado, las instituciones educativas afirman que los chicos obesos tienen menos probabilidad de ser aceptados en los colegios universitarios, a pesar de que tengan calificaciones de solicitud y logros académicos equivalentes.

Hemos de aclarar que estas situaciones sólo reflejan una forma de cómo se trata el problema en nuestra sociedad, existen otras muchas pero consideramos relevante reflejar cómo llegan a tratarse a las personas obesas y cómo el ambiente (todos nosotros en todas las situaciones) condiciona de manera fundamental el autoconcepto de la persona obesa. (Obesity Action Coalition, s.f)

2.2.2 Proceso Externo de la Obesidad: Cuánto daño hace el entorno...

- La guerra en la obesidad: los medios de comunicación

Los medios de comunicación han contribuido a extender la idea de la obesidad como una epidemia. Esta idea se basa fundamentalmente en el mensaje: “En cualquier parte y a cualquier persona”. De esta forma se ofrece una visión catastrofista de la obesidad en la que nadie está a salvo, todos somos víctimas o posibles víctimas (Gard y Wright, 2005, p. 17).

Con el tiempo y los argumentos en que se ha sustentado, la idea de epidemia se ha reforzado. Son varios los motivos que han contribuido a ello: por un lado gran parte de la comunidad científica, bien por convencimiento o bien porque se han visto obligados/conducidos a ello, ha publicado numerosos estudios que defendían en muchos casos asunciones insustanciales, en ningún caso explicando cómo se ha llegado a esa situación de enfermedad.

Por otra parte, cualquiera puede opinar, todo el mundo ha escuchado información referente al tema y opina, sin ningún fundamento científico; sin embargo, “la importancia de esta visión de “En cualquier parte y a cualquier persona” no puede ser sobrestimada porque reside en que no diferencia en ningún grupo social particular, se ha creado el contexto perfecto en el cual cualquiera puede opinar vagamente sobre la sociedad, el ambiente, los estilos de vida, etc. (Gard y Wright, 2005, p. 19).

Se ha argumentado de forma genérica que somos gordos o bien por genética, o bien porque somos vagos. Respecto a la idea de la genética, algunos asocian la obesidad a que somos fruto de numerosas generaciones de comedores de carne y de alguna forma se tiene que reflejar en nuestro cuerpo. Otros, por su parte, defienden la idea del sedentarismo, realizando una relación directa de ´a más tecnología = menos ejercicio´.

Lo cierto es que los medios de comunicación no han hecho una labor productiva ni han procurado evitar esta idea catastrofista. Contrariamente, los medios, (pagados por las multinacionales de alimentos), se resisten en muchos casos a elaborar campañas de comida saludable. Priman los intereses económicos sobre la salud y quizá por ello una intervención del estado más contundente ayudaría en el problema.

- Actividad Física, Salud y Tecnología

Las mayores dificultades encontradas por los investigadores han consistido en la dificultad para establecer si la comida y actividad física tienen una relación directa, medible y de efecto consistente sobre la salud (Gard y Wright, 2005).
La no confirmación (científica) de esta relación condiciona los tratamientos para atajar la enfermedad puesto que interviene el nivel e intensidad de actividad física así como el establecimiento de unas pautas alimentarias u otras.
En cuanto a la relación entre la tecnología y la obesidad, hay una tendencia generalizada a pensar que la tecnología, además de fomentar estilos de vida sedentarios, ha contribuido al aumento en la proporción de jóvenes obesos. Sin embargo, no existen evidencias científicas que confirmen esta idea (Gard y Wright, 2005).

Según Gard y Wright (2005), esta asunción deriva de la creencia errónea de que las sociedades trabajan como máquinas, idea funcionalista extensamente generalizada por el ámbito científico social como forma de conceptualizar a las personas y a sus vidas.

- Los padres de los adolescentes con obesidad

Otro de los factores que conforman el entorno del niño/a obeso son los padres y familiares. A pesar de que se presupone su ayuda incondicional, en ocasiones son el origen del problema o una causa fundamental del mismo.
Los factores genéticos pueden influir a la hora de que los hijos también presenten obesidad. De todos modos, los genes no pueden explicar el actual crecimiento en el número de personas con obesidad. Dado que, tanto los genes como los hábitos se transmiten de padres a hijos, es posible que varios miembros de la misma familia tengan problemas de sobrepeso.

Los estudios han mostrado que el riesgo de obesidad de un niño aumenta considerablemente si uno o ambos progenitores tienen sobrepeso o son obesos (Gavin, 2009).

Existen numerosos estudios acerca de principales desencadenantes de la obesidad transmitida por parte de los padres a los hijos. Diversos autores exponen sus opiniones, entre ellos destacar a Bruch (citado en Gussinyé, 2005) que al estudiar a los padres de los niños obesos, señala que el papel principal corresponde generalmente a la madre, pues son quienes más relación tienen con sus hijos, proyectando en él sus frustraciones infantiles. Con este velo hiperprotector el alimento no sólo se les ofrece para saciar una necesidad natural, sino que adquiere valor emocional. Es el único medio de expresar el afecto, de tranquilizar su culpabilidad y de calmar la ansiedad.
El alimento equivale al amor, que la madre no sabe manifestar de otro modo. El niño que tiene las restantes necesidades reprimidas, reacciona pidiendo cada vez más comida, y esto al instante. La comida, que equivale al amor, es una compensación y una ayuda, el niño aparentemente sumiso, se convierte en un tirano inaguantable.
Para este niño, estar gordo tiene su importancia, ya que no ha hallado otra solución a sus dificultades y la obesidad es una ´pantalla´ que encubre sus problemas (Gussinyé, 2005).


2.2. Causas de la Obesidad

Es evidente que, aunque los factores genéticos pueden explicar un pequeño número de casos de obesidad y/o sobrepeso se deben buscar otros factores que puedan ser controlables o al menos mínimamente manipulables. Hablamos entonces de los factores ambientales, que configuran un ambiente obesogénico determinado por la abundancia de alimentos hipercalóricos y el sedentarismo (Santos Muñoz, 2005).

Dentro de estos dos factores, que parecen ser las causas más evidentes de obesidad y sobrepeso, se encuentran cuatro bloques que influyen directamente sobre ellos y que actúan distorsionando la promoción de un estilo de vida proactivo y saludable. Son los siguientes: El deporte/ocio y la falta de medios, Promoción de alimentos ricos en calorías, Ambiente Familiar e Información y Educación (Santos Muñoz, 2005).

La inclusión de estos cuatro bloques en las estrategias de intervención y tratamiento planteadas en un apartado posterior, serán de vital importancia para la reducción de los factores de riesgo que induzcan a la obesidad, el sobrepeso y otras enfermedades.


3. La obesidad entre los adolescentes españoles

Como en la mayoría de países desarrollados, la obesidad se ha convertido en un gran problema que todo el mundo intenta combatir, aunque como veremos a continuación con los siguientes datos, sigue su aumento sin barrera alguna.

En España, según el Ministerio de Salud y Política Social (citado en Santos Muñoz, 2005), podemos observar que en el rango de edad comprendido entre los 2 y los 24 años, el nivel de obesidad está en el 13’9%, siendo un 15’6% para los hombres y un 12% para las mujeres. Estos datos, resultan muy significativos, ya que en el año 1984, la tasa de obesidad se encontraba en el 6’4%. Por lo que en apenas 20 años, esta tasa se ha duplicado.

Además, se observa que los rangos de edad con mayor tasa de obesidad corresponden a aquellos de entre 6 y 13 años en los niños con una tasa media del 21’8% y, entre los 18 y 24 años en las niñas con un 14’9%.

Así pues, queda constatado que la obesidad en España es un problema grave en el que el grupo de edad de adolescentes/adultos jóvenes están implicados en gran medida, por lo que sería interesante revisar y analizar el papel de un gran agente promotor de estilos de vida saludables como es la enseñanza y más concretamente la Educación Física.


4. La obesidad y la Educación Física

Según Santos Muñoz (2005), la escuela parece el lugar idóneo para informar a los alumnos acerca de la alimentación y educar sobre hábitos alimenticios saludables, así como para promover y facilitar el desarrollo de ejercicio físico.
Uno de los puntos en los que incide es en la necesidad de una aplicación práctica de la ´teoría´. El alumno debe vivenciar cada contenido teórico para interiorizarlo, así como fundamentarse fuera del entorno escolar, usando medios como la tecnología (ej. Internet).

Para abordar la intervención de la obesidad dentro del contexto educativo, del lado del docente, sería fundamental centralizar la atención hacia la salud, y no hacia las dimensiones corporales o el peso.
Serán los cambios conductuales hacia una alimentación saludable y un estilo de vida activo los que lleven a mejoras bio-psico-sociales.


4.1. Papel de la Educación Física ante la Obesidad

Está demostrado que el sedentarismo y la falta de actividad física influye de manera relevante en el desarrollo de múltiples enfermedades (estudio enkid, 1998-2000) y que la actividad física tiene efecto preventivo, de bienestar y terapéutico en infinidad de ellas.
En España, el Ministerio de Sanidad y Consumo, dentro de su estrategia NAOS (Agencia Española de Seguridad Alimentaria, 2005), quiere impulsar la acción preventiva promocionando una dieta equilibrada y saludable entre la población española, combatiendo el sedentarismo que favorece la obesidad.
Uno de los objetivos más importantes será promover la adquisición de hábitos alimentarios saludables y estimular la práctica de actividad física regular entre los escolares, para prevenir la aparición de obesidad y otras enfermedades. De esta manera cobra especial importancia el Diseño Curricular de Enseñanzas Secundarias Obligatorias, en nuestro de caso de la Comunidad Valenciana, (Decreto 112/2007), ya que en el bloque de Actividad Física y Salud sólo se habla de hábitos alimenticios en el tercer curso de los cuatro existentes, y podrían aprovecharse cada uno de los cursos para establecer dichos hábitos mediante un programa especializado de teoría-práctica sobre la riqueza de la dieta mediterránea (Durá Travé T., Sánchez-Valverde, L. 2005).
Se piensa que la actividad física realizada durante la infancia puede reducir la aparición prematura de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta, y que una persona que es activa en la infancia es más probable que mantenga esa actividad. Por tanto, es necesario fomentar la actividad física en la infancia y reducir las conductas de ocio sedentario para promover o mejorar la salud en el adulto.

Desde el punto de la Educación física podríamos decir, según lo expuesto por Santos Muñoz, S. (2005), que la primera vía de intervención sobre la obesidad es la prevención. Pero según el autor, no basta sólo con prevenir, ya que en muchas ocasiones nos encontramos con situaciones en la que los alumnos ya pertenecen a ese colectivo de enfermos obesos. Se hace necesaria la intervención centrada en tres vías de actuación: la prevención, comentada anteriormente, la detección de los sujetos afectados por la obesidad y la lucha contra el entorno obesogénico.
Según lo expuesto, la segunda vía a seguir una vez descartada la prevención, seria la detección de los sujetos con obesidad; y la tarea que se le asigna al profesor, en este caso, será la de ayudar a los alumnos a solucionar sus problemas por medio de la Educación Física.
Hay diferentes programas establecidos contra la obesidad para ser impartidos en las escuelas, pero la realidad es que ninguno de ellos es compatible con la asignatura de Educación Física, ya que para su desarrollo se necesita más tiempo del que en realidad esta asignatura dispone.
La tercera vía a seguir es la lucha contra el entorno obesogénico. “Se trata de promover el desarrollo de conocimientos, capacidades y actitudes que permitan al individuo tomar decisiones más informadas, cuestionando los modelos dominantes y exigiendo a la sociedad de la que forma parte más y mejores posibilidades para que tanto la forma de entender la salud como el ocio, repercutan en el desarrollo de la calidad de vida individual y colectiva” (Hernández Álvarez, 2004, p. 194). Es decir, que el alumnado no sólo modifique sus hábitos, sino que se involucre en el cambio de su realidad.

La finalidad de todo esto es que el profesor colabore en la formación de los alumnos de manera positiva, interviniendo en que se desarrollen en un ambiente sano para prevenir y combatir la obesidad. A fin de cuentas, la Educación Física y el docente debería ser un nexo de unión entre los múltiples factores que intervienen en el entorno obesogénico, para que sus distintas interacciones favorecieran un entorno más positivo y saludable.

4.2. Estrategias para la inclusión de los obesos en la EF escolar

Ríos (2005) propone la necesidad de aumentar el número de sesiones de Educación Física en alumnos obesos, desarrollando la resistencia aeróbica, para favorecer la disminución del peso y del volumen corporal. Igualmente recomienda evitar esfuerzos violentos, reduciendo el impacto en las articulaciones.
El Parlamento Europeo solicita a los centros educativos de la Unión Europea que impartan obligatoriamente 3 horas semanales de Educación Física, con la finalidad de evitar el sobrepeso y la obesidad infantil. Recordemos que en España, más del 30% de los niños de entre 7 y 11 años padece problemas de peso.
Paradójicamente, nuestro sistema educativo actual derivado de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), plantea una reducción horaria en el área de Educación Física en beneficio de las áreas instrumentales. De tres horas semanales en el primer y segundo ciclo de educación primaria se pasan a dos.
Instruir es muy importante, pero la salud física y psíquica, la integración social y la autonomía personal lo son más.
El aumento del número de horas en Educación Física debe ir encaminado al desarrollo de hábitos saludables, al fomento de un estilo de vida físicamente activo y a la ocupación del tiempo de ocio a través de la práctica de actividades físicas.
¿Cómo podemos crear en nuestros alumnos un estilo de vida saludable ligado a la actividad física y deportiva sistemática, si no se le proporciona un número de horas que garanticen efectos positivos sobre los diferentes órganos y sistemas corporales?

Así pues, con un aumento del número de horas de la educación física en el currículum escolar, tal y como se viene comentando, se podrían poner en práctica estrategias grupales y sociales para alumnos en las que sea el entorno por sí mismo el que de una solución lógica (bajo una información previa de conocimiento inculcados por el docente) y las pongan en práctica como expone Gussinyé, S. (2005) en su Tesis doctoral Aplicación del Programa de Tratamiento Integral para la Obesidad Infantil “Niñ@s en movimiento”.

Nuestra propuesta consiste en el planteamiento de una actividad relacionada con cada bloque de contenidos del currrículum escolar de Educación Física, creando grupos de trabajo (alumnos) en los que existan compañeros con problemas de obesidad y sobrepeso. El grupo de trabajo deberá discutir el por qué de la realización de las actividades, relacionándolas con los contenidos teóricos tratados sobre hábitos saludables, actividad física y salud.
Por otra parte, y dado que las Administraciones (que tienen las competencias) no pretenden abordar el problema, es más, lo intensifican reduciendo el número de horas desde las cuales se podría abordar la situación (Educación Física), habría que plantearse si la solución no podría venir desde fuera de las aulas.
Proponemos la creación de Talleres donde se trabaje la educación alimentaria, los hábitos de vida saludables y la actividad física orientada a la salud, todo ello complementándolo con horas prácticas donde se enseñe a realizar las actividades de forma correcta y divertida; éstas podrían realizarse en horario extraescolar, bien en las mismas instalaciones de los colegios o de forma privada en Centros Deportivos.
No obstante, y a pesar de que creemos en la última propuesta, habrían de pasar muchos años en nuestro país y habría de hacerse un gran esfuerzo desde las autoridades y los medios, para que la gente tomase con naturalidad y no como algo exclusivamente de interés para los obesos, la participación en actividades extraescolares relacionadas con la educación alimentaria y la actividad física y salud; por ello confiamos en la primera propuesta como medida inicial esperando que con el tiempo podamos hablar del desarrollo de los talleres comentados.

5. Conclusiones

• Como futuros docentes y miembros fundamentales del entorno educativo de la sociedad adolescente, debemos hacer consciente a dicha población que la obesidad y el sobrepeso, más allá de valores puramente estéticos, tiene una repercusión directa sobre la salud, y que esta última es determinante para el bienestar en la edad adulta y la vejez.

• Además, dentro de las estrategias del docente, se debe tener en cuenta la concienciación a nivel social o grupal, por parte de los alumnos, de la necesidad de paliar los efectos nocivos para la salud que se derivan de la obesidad, siendo éstos los que propongan actividades dentro de un marco teórico y de conocimientos relacionados con la educación física, la actividad/ejercicio física/o y la salud.

• La detección de personas con problemas de sobrepeso y/o obesidad es fundamental para el docente puesto que en base a ella deberá aplicar las estrategias, conformando grupos de trabajo en los que estas personas con los problemas nombrados, se encuentren integradas y cómodas para discutir los temas a tratar.

• Los contenidos deben tener relación, sobre todo, con hábitos alimenticios, propiciando la promoción de la dieta mediterránea y estilos de vida activos, como se evidencia en literatura diversa.

• La obtención de resultados positivos en relación al punto anterior, garantizará la persistencia en alimentación y estilos de vida saludables en edades posteriores, con lo que el porcentaje de personas con problemas de obesidad y sobrepeso se verá reducido y con ello los factores de riesgo de padecer enfermedades no contagiosas en dichas personas. Además, y teniendo en cuenta la concepción moderna de salud, dicho avance positivo hacia lo saludable se verá reflejado en el niño/adolescente sobre aspectos psico-afectivos llevándole a un estado de bienestar bio-psico-social.

• Hemos de concienciar a la sociedad de que el problema de la obesidad nos incumbe y es responsabilidad de todos.

• La prevención es tan importante como el tratamiento que se lleva a cabo y todos, desde nuestra esfera de influencia podemos ayudar a mejorar a nuestra generación y a las consecutivas.



Referencias Bibliográficas

- Consellería de Educación de la Comunidad Valenciana (2007). Decreto 112/2007 por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunitat Valenciana.

- Durá Travé, T., Sánchez-Valverde, L. (2005). Obesidad infantil: ¿un problema de educación individual, familiar o social? Acta Pediátrica Española (63), pp. 204-207.

- Gavin, M. (2009) Overweight and Obesity. Kids Health. Consultado el 27 de enero de 2010 desde
http://kidshealth.org/parent/general/body/overweight_obesity.html#a_Leading_by_Example

- Gard M. & Wright J. (2005). The Obesity Epidemic: Science, Morality and Ideology. Oxon: Routledge.

- Gussinyé Canabal, S. (2005). Aplicación del programa de tratamiento integral para la obesidad infantil, niños en movimiento. Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona.

- Hernández Álvarez, J.L. (2004). Teoría curricular y Didáctica de la Educación Física. En Fraile Aranda, A. (coord.), Didáctica de la Educación Física. Una perspectiva crítica y transversal. Madrid: Biblioteca Nueva

- Ministerio de Educación y Ciencia (2006). Ley Orgánica 2/2006 de 3 de mayo de Educación (LOE)

- Mulligan, Jane (2000). Definition of childhood overweight/obesity. British Medical Journal. Consultado el 25 de enero desde
http://www.bmj.com/cgi/eletters/320/7244/1240#7865

- OMS (2004). The World Health Report. Consultado el día 3 de febrero de 2010 desde http://www.who.int/whr/2004

- OMS (2006). Informe sobre la salud en el mundo 2006. Consultado el día 3 de febrero de 2010 desde http://www.who.int/whr/2006/es/index.html

- Ríos, M (1998). Actividad Física Adaptada: El Juego y los Alumnos con Discapacidad. Madrid: Paidotribo.

- Santos Muñoz, S. La educación física escolar ante el problema de la obesidad y el sobrepeso. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, vol. 5 (19), pp. 179-199.

- Vidal, M.L. (2007). Cómo me veo y cómo estoy, imagen corporal y obesidad. Consultado el día 3 de febrero de 2010 desde
http://www.susmedicos.com/OBESIDAD/art_Imagen_Obesidad.html

- Vidal, M.L. (2007). La autoestima y la obesidad. Consultado el día 3 de febrero de 2010 desde
http://www.susmedicos.com/OBESIDAD/art_Autoestima_Obesidad.html

miércoles, 10 de marzo de 2010

Obesidad y Educación Física (2ª Versión)


1. Introducción

El presente trabajo ofrece una visión amplia y en parte desconocida del problema de la obesidad. Hemos pretendido abordar el tema, por un lado,  desde una visión personal y propia de aquellos que padecen esta enfermedad, y por otro, desde una visión externa que pueda tener el entorno de estas personas o la sociedad misma.

Iniciamos el trabajo exponiendo una visión objetiva sobre la obesidad, añadiendo cifras generales y mostrando la preocupación existente a nivel mundial.

En el apartado siguiente se presenta una visión diferente y muy crítica de cómo la obesidad se ha tratado desde los medios más especializados e informados; y  se reflexiona sobre si es correcto o no el tratamiento de la obesidad como una enfermedad.

A continuación, se aborda el tema como un proceso interno, donde se evidencian algunas de las consecuencias que la obesidad ejerce en las personas que la padecen; y como un proceso externo, mostrando la gran influencia que se tiene desde los medios de comunicación, desde la propia familia o cómo la tecnología puede afectar a la misma.

Finalmente, se plantea la relación existente entre la obesidad y la educación física escolar, donde se presentan tres vías de intervención, y donde el papel y la formación impartida por el profesor resultan cruciales para una correcta información y prevención del problema. Se concluye este mismo apartado  añadiendo una posible estrategia de intervención que a nuestro juicio resulta real y factible.


2. ¿Qué es la obesidad?

La obesidad se caracteriza por el exceso de grasa corporal y es fruto de la interacción entre genotipo y ambiente. En función de la grasa corporal, podríamos definir como sujetos obesos a aquellos que presentan porcentajes de grasa corporal por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas (SEEDO, 2007).  Sin embargo, resulta más complicado definir los márgenes de obesidad en niños/as porque no hay una definición normalizada de crecimiento infantil que se aplique a todo el mundo.

Jean Mulligan (2000), en respuesta al estudio publicado por Cole et al. “Establishing a standard definition for child overweight and obesity worldwide: international survey”, comenta que la prevalencia de exceso de peso con la edad es aproximadamente del 10-12% a los 18 años, incrementando al 20-25% a los 23 años y siendo el periodo de mayor ganancia de peso el paso de adolescencia a edad adulta. Por ello habrán de tenerse muy en cuenta no sólo la altura y el peso sino también el sexo y el estado puberal.

En Mayo del 2004 se aprobó la Estrategia Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud como consecuencia de la creciente preocupación e incremento de las enfermedades no transmisibles como causa de muerte en las sociedades desarrolladas. En ella se abordaron dos de los principales factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles: el régimen alimentario y las actividades físicas (OMS, 2004). Esta estrategia contemplaba de una forma global la implicación  de los diferentes organismos e instituciones, de manera que los propios gobiernos de los países debieran considerar las directrices marcadas dentro de sus políticas de promoción de salud, a saber, promoción de productos alimenticios acordes con una dieta saludable, programas alimentarios, participación comunitaria y creación de entornos favorables, fomento de la política agraria, mensajes públicos claros, políticas multisectoriales para promover la actividad física, colaboración con asociaciones de profesionales de la salud y grupos de consumidores, etc.

El documento de la OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud podría resultar la solución al problema de la obesidad (hábitos alimentarios y actividad física) y suponer así el giro a la tendencia imparable de las últimas décadas. Sin embargo, no lo ha sido y hoy en día parecen primar más los intereses comerciales y publicitarios que la propia salud de la sociedad.

Por ello nos vemos sometidos a un constante “bombardeo” informativo que nos incita al consumo y a la ingesta desproporcionada de alimentos con alto contenido calórico, o lo que es peor, nos vemos sometidos a un “bombardeo” de información totalmente contradictoria sobre productos light que no hace sino confundirnos, mezclando información, en muchos casos incierta, sobre salud y bienestar.

Podemos afirmar que la obesidad podría afectar a un menor porcentaje de población si, y a través de una colaboración multidisciplinar, se disminuye la ingesta calórica, estando ésta equilibrada al gasto energético, se fomentan hábitos alimenticios saludables y se educa en estilos de vida saludables que incorporen actividad física de forma regular.


2.1. Una Realidad problemática

La palabra “obesidad” proviene del latín obedere que significa “devorar, comérselo todo”, esta traducción dice mucho de cómo el término es entendido en nuestra sociedad, la obesidad hace pues, referencia a la apariencia física y presupone un comportamiento (Gard y Wright, 2005).

Por otra parte, la obesidad se mide por la acumulación de grasa, algo que con el tiempo se ha considerado de dudosa aceptación por los múltiples factores por los que se ve afectado este valor: la nacionalidad, el sexo, dónde se acumula la grasa...

Atendiendo a la OMS “La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Una forma simple de medir la obesidad es el índice de masa corporal (IMC), esto es el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros. Una persona con un IMC igual o superior a 30 es considerada obesa y con un IMC igual o superior a 25 es considerada con sobrepeso. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para numerosas enfermedades crónicas” (OMS, 2006). Según esta definición, la obesidad es un factor de riesgo y no una enfermedad como tal, sin embargo, se ha dado por hecho (y se ha tratado como tal), que la obesidad es una enfermedad, aún más, una epidemia.

En el libro de Gard y Wright (2005) se pone de manifiesto cómo la OMS y la sociedad en general, ha caído en contradicciones con respecto al término. Por un lado, tratando éste como una enfermedad y por otro, algo que con el tiempo se está demostrando más cercano a la realidad, como un factor de riesgo; con lo cual la obesidad puede producir enfermedades o no.
Pueden existir (y existen) personas obesas que no tengan ninguna enfermedad y pueden existir personas delgadas que padezcan alguna enfermedad.

En definitiva, parece lógico pensar que, dejando de lado consideraciones conceptuales anteriormente citadas, resulta fundamental una intervención en la reducción de los factores de riesgo derivados de la obesidad, que puedan llevar a enfermedades fisiológicas y psicológicas. Siendo éstas últimas consideradas, también, de vital importancia ya que representan el proceso interno de la persona obesa y determinan su autoestima e imagen corporal.

2.2. Causas de la Obesidad

Es evidente que, aunque los factores genéticos pueden explicar un pequeño número de casos de obesidad y/o sobrepeso se deben buscar otros factores que puedan ser controlables o al menos mínimamente manipulables. Hablamos entonces de los factores ambientales o del entorno que configuran un ambiente obesogénico determinado por la abundancia de alimentos hipercalóricos y el sedentarismo (Santos Muñoz, 2005).

Dentro de estos dos factores, que parecen ser las causas más evidentes de obesidad y sobrepeso, se encuentran cuatro bloques que influyen directamente sobre ellos y que actúan distorsionando la promoción de un estilo de vida proactivo y saludable. Son los siguientes: El deporte/ocio y la falta de medios, Promoción de alimentos ricos en calorías, Ambiente Familiar e Información y Educación (Santos Muñoz, 2005).

La inclusión de estos cuatro bloques en las estrategias de intervención y tratamiento planteadas en un apartado posterior, serán de vital importancia para la reducción de los factores de riesgo que induzcan a la obesidad, el sobrepeso y otras enfermedades.

2.3. Proceso Interno de la Obesidad: Autoestima, Imagen corporal y problemas sociales

- Imagen corporal e insatisfacción corporal

Según Vidal (2007), la imagen corporal es un conjunto complejo de percepciones que incluye tanto ´cómo vemos todo el cuerpo´ y ´cada una de sus partes´, como ´el movimiento y los límites de éste´, es decir, la experiencia subjetiva de actitudes, pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos y el modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los sentimientos que experimentamos.

En el contexto de la obesidad, es importante hablar de dos aspectos fundamentales cuando nos referimos a imagen corporal (Vidal, 2007):
- Insatisfacción corporal: grado en que los individuos valoran o desprecian su cuerpo.
- Distorsión de la imagen corporal: Imprecisión en la determinación del tamaño corporal.
Muchas personas tienen una imagen corporal muy distorsionada, produciéndoles sufrimiento sin que existan razones objetivas para ello. Incluso aquellas personas que tienen un sobrepeso real se ha demostrado que la experiencia subjetiva es siempre más negativa que la realidad objetiva.
Pero la imagen corporal se puede mejorar, no es fija e inamovible, sino que puede ser diferente a lo largo del tiempo y por tanto se puede modificar (Vidal, 2007).

Uno de los aspectos fundamentales sería aprender a tener una imagen lo más realista posible, es decir, que mi representación del cuerpo se aproxime al tamaño real del mismo, corrigiendo aquellas distorsiones que pueden haber, además de ser capaces de sentir y pensar positivamente sobre mi apariencia física; enfrentarme a mis miedos y al malestar (Vidal, 2007).

De acuerdo con Raich (citado en Gussinyé, 2005) los problemas que acompañan a una mala imagen corporal son: una baja autoestima, problemas con la identidad del género, ansiedad interpersonal, problemas en las relaciones sexuales, depresión, etc.

- Autoestima

La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quiénes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Ésta se aprende, cambia y la podemos mejorar. Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formarnos un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (Vidal, 2007).

Según cómo se encuentre nuestra autoestima, será responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciará la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.

- ¿Cómo se manifiesta la autoestima en un paciente obeso?

Tener un pobre concepto de uno mismo a menudo conduce a un sentimiento de inseguridad, como cuando anticipamos un fracaso o un rechazo, y este trastorno puede desembocar en un sentimiento de ansiedad que a veces se alivia con la comida.

El problema con la comida, que tiene su origen en una imagen equivocada de nosotros mismos con un sentimiento de inferioridad, lleva a una infravaloración cada vez mayor que intensifica el concepto negativo de uno mismo.

Se puede creer que todo lo que se necesita para aliviar el autoconcepto negativo es señalar los hechos a la persona, demostrarle que en realidad es atractiva, competente y agradable, por desgracia, eso no es suficiente. No podemos cambiar nuestro propio concepto mediante una simple información objetiva. Una vez que se presenta un cuadro de apetito compulsivo éste puede pasar a controlar todos los aspectos de la vida de una persona. En otras palabras, se origina por una determinada causa pero después empieza a servir para otros propósitos, a veces la razón original que llevó a la compulsión ya no existe y, sin embargo, el problema se mantiene en el individuo por otras razones que han surgido posteriormente (Vidal, 2007).

- Estigmatización y problemas sociales

La estigmatización y los prejuicios que la sociedad actual tiene contra los obesos y que afectan a todas las áreas de su vida, desde la educación afectiva y familiar hasta la laboral, generan una serie de desventajas y alteraciones psicológicas significativas.

Algunos estudios muestran situaciones como la predisposición contra el peso por parte de los compañeros y la predisposición por parte de los educadores. Los profesores afirman que se percibe a los estudiantes obesos más desaseados, emocionales, con menor probabilidad de ser exitosos en la escuela o con mayor probabilidad de tener problemas familiares; por otro lado, las instituciones educativas afirman que los chicos obesos tienen menos probabilidad de ser aceptados en los colegios universitarios, a pesar de que tengan calificaciones de solicitud y logros académicos equivalentes.

Hemos de aclarar que estas situaciones sólo reflejan una forma de cómo se trata el problema en nuestra sociedad, existen otras muchas pero consideramos relevante reflejar cómo llegan a tratarse a las personas obesas y cómo el ambiente (todos nosotros en todas las situaciones) condiciona de manera fundamental el autoconcepto de la persona obesa. (Obesity Action Coalition, s.f)

2.4. Proceso Externo de la Obesidad: Cuánto daño hace el entorno...
- La guerra en la obesidad: los medios de comunicación

Los medios de comunicación han contribuido a extender la idea de la obesidad como una epidemia. Esta idea se basa fundamentalmente en el mensaje: “En cualquier parte y a cualquier persona”. De esta forma se ofrece una visión catastrofista de la obesidad en la que nadie está a salvo, todos somos víctimas o posibles víctimas (Gard y Wright, 2005, p. 17).  

Con el tiempo y los argumentos en que se ha sustentado, la idea de epidemia se ha reforzado. Son varios los motivos que han contribuido a ello: por un lado gran parte de la comunidad científica, bien por convencimiento o bien porque se han visto obligados/conducidos a ello, ha publicado numerosos estudios que defendían en muchos casos asunciones insustanciales, en ningún caso explicando cómo se ha llegado a esa situación de enfermedad.

Por otra parte, cualquiera puede opinar, todo el mundo ha escuchado información referente al tema y opina, sin ningún fundamento científico; sin embargo, “la importancia de esta visión de “En cualquier parte y a cualquier persona” no puede ser sobrestimada porque reside en que no diferencia en ningún grupo social particular, se ha creado el contexto perfecto en el cual cualquiera puede opinar vagamente sobre la sociedad, el ambiente, los estilos de vida, etc. (Gard y Wright, 2005, p. 19).

Se ha argumentado de forma genérica que somos gordos o bien por genética, o bien porque somos vagos. Respecto a la idea de la genética, algunos asocian la obesidad a que somos fruto de numerosas generaciones de comedores de carne y de alguna forma se tiene que reflejar en nuestro cuerpo. Otros, por su parte, defienden la idea del sedentarismo, realizando una relación directa de ´a más tecnología = menos ejercicio´.

Lo cierto es que los medios de comunicación no han hecho una labor productiva ni han procurado evitar esta idea catastrofista. Contrariamente, los medios, (pagados por los productores de comida), se resisten en muchos casos a elaborar campañas de comida saludable. Priman los intereses económicos sobre la salud y quizá por ello una intervención del estado más contundente ayudaría en el problema.

- Actividad Física, Salud y Tecnología

Las mayores dificultades encontradas por los investigadores han consistido en la dificultad para establecer si la comida y actividad física tienen una relación directa, medible y de efecto consistente sobre la salud (Gard y Wright, 2005).
La no confirmación (científica) de esta relación condiciona los tratamientos para atajar la enfermedad puesto que interviene el nivel e intensidad de actividad física así como el establecimiento de unas pautas alimentarias u otras.
En cuanto a la relación entre la tecnología y la obesidad, hay una tendencia generalizada a pensar que la tecnología, además de fomentar estilos de vida sedentarios, ha contribuido al aumento en la proporción de jóvenes obesos. Sin embargo, no existen evidencias científicas que confirmen esta idea (Gard y Wright, 2005).

Según Gard y Wright (2005), esta asunción deriva de la creencia errónea de que las sociedades trabajan como máquinas, idea funcionalista extensamente generalizada por el ámbito científico social como forma de conceptualizar a las personas y a sus vidas.

- Los padres de los adolescentes con obesidad

Otro de los factores que conforman el entorno del niño/a obeso son los padres y familiares. A pesar de que se presupone su ayuda incondicional, en ocasiones son el origen del problema, o una causa fundamental del mismo.
Los factores genéticos pueden influir a la hora de que los hijos también presenten obesidad. De todos modos, los genes no pueden explicar el actual crecimiento en el número de personas con obesidad. Dado que, tanto los genes como los hábitos se transmiten de padres a hijos, es posible que varios miembros de la misma familia tengan problemas de sobrepeso.

Los estudios han mostrado que el riesgo de obesidad de un niño aumenta considerablemente si uno o ambos progenitores tienen sobrepeso o son obesos (Gavin, 2009).

Existen numerosos estudios acerca de principales desencadenantes de la obesidad transmitida por parte de los padres a los hijos. Diversos autores exponen sus opiniones, entre ellos destacar a Bruch (citado en Gussinyé, 2005) que al estudiar a los padres de los niños obesos, señala que el papel principal corresponde generalmente a la madre, pues son quienes más relación tienen con sus hijos, proyectando en él sus frustraciones infantiles. Con este velo hiperprotector el alimento no sólo se les ofrece para saciar una necesidad natural, sino que adquiere valor emocional. Es el único medio de expresar el afecto, de tranquilizar su culpabilidad y de calmar la ansiedad.
El alimento equivale al amor, que la madre no sabe manifestar de otro modo. El niño que tiene las restantes necesidades reprimidas, reacciona pidiendo cada vez más comida, y esto al instante. La comida, que equivale al amor, es una compensación y una ayuda, el niño aparentemente sumiso, se convierte en un tirano inaguantable.
Para este niño, estar gordo tiene su importancia, ya que no ha hallado otra solución a sus dificultades y la obesidad es una ´pantalla´ que encubre sus problemas (Gussinyé, 2005).


3. La obesidad entre los adolescentes españoles
Como en la mayoría de países desarrollados, la obesidad se ha convertido en un gran problema que todo el mundo intenta combatir, aunque como veremos a continuación con los siguientes datos, sigue su aumento sin barrera alguna.
En España, según el Ministerio de Salud y Política Social (citado en Santos Muñoz, 2005), podemos observar que en el rango de edad comprendido entre los 2 y los 24 años, el nivel de obesidad está en el 13’9%, siendo un 15’6% para los hombres y un 12% para las mujeres. Estos datos, resultan muy significativos, ya que en el año 1984, la tasa de obesidad se encontraba en el 6’4%. Por lo que en apenas 20 años, esta tasa se ha duplicado.

Además, se observa que los rangos de edad con mayor tasa de obesidad corresponden a aquellos de entre 6 y 13 años en los niños con una tasa media del 21’8% y, entre los 18 y 24 años en las niñas con un 14’9%.

Así pues, queda constatado que la obesidad en España es un problema grave en el que el grupo de edad de adolescentes/adultos jóvenes están implicados en gran medida, por lo que sería interesante revisar y analizar el papel de un gran agente promotor de estilos de vida saludables como es la enseñanza y más concretamente la Educación Física.


4. La obesidad y la Educación Física

Según Santos Muñoz (2005), la escuela parece el lugar idóneo para informar a los alumnos acerca de la alimentación y educar sobre hábitos alimenticios saludables, así como para promover y facilitar el desarrollo de ejercicio físico.
Uno de los puntos en los que incide es en la necesidad de una aplicación práctica de la ´teoría´. El alumno debe vivenciar cada contenido teórico para interiorizarlo, así como fundamentarse fuera del entorno escolar, usando  medios como la tecnología (Internet).

Para abordar la intervención de la obesidad dentro del contexto educativo, del lado del docente, sería fundamental centralizar la atención hacia la salud, y no hacia las dimensiones corporales o el peso.
Serán los cambios conductuales hacia una alimentación saludable y un estilo de vida activo los que lleven a mejoras bio-psico-sociales.


4.1. Papel de la Educación Física ante la Obesidad
Está demostrado que el sedentarismo y la falta de actividad física influye de manera relevante en el desarrollo de múltiples enfermedades (estudio enkid, 1998-2000) y que la actividad física tiene efecto preventivo, de bienestar y terapéutico en infinidad de ellas.
En España, el Ministerio de Sanidad y Consumo, dentro de su estrategia NAOS (Agencia Española de Seguridad Alimentaria, 2005), quiere impulsar la acción preventiva promocionando una dieta equilibrada y saludable entre la población española, combatiendo el sedentarismo que favorece la obesidad.
Uno de los objetivos más importantes será promover la adquisición de hábitos alimentarios saludables y estimular la práctica de actividad física regular entre los escolares, para prevenir la aparición de obesidad y otras enfermedades. De esta manera cobra especial importancia el Diseño Curricular de Enseñanzas Secundarias Obligatorias, en nuestro de caso de la Comunidad Valenciana, (Decreto 112/2007), ya que en el bloque de Actividad Física y Salud sólo se habla de hábitos alimenticios en tercer curso de los cuatro existentes, y podrían aprovecharse cada uno de los cursos para establecer dichos hábitos mediante un programa especializado de teoría-práctica sobre la riqueza de la dieta mediterránea (Durá Travé T., Sánchez-Valverde, L. 2005).
Se piensa que la actividad física realizada durante la infancia puede reducir la aparición prematura de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta, y que una persona que es activa en la infancia es más probable que mantenga esa actividad. Por tanto, es necesario fomentar la actividad física en la infancia y reducir las conductas de ocio sedentario para promover o mejorar la salud en el adulto.

Desde el punto de la Educación física podríamos decir, según lo expuesto por Santos Muñoz, S. (2005), que la primera vía de intervención sobre la obesidad es la prevención. Pero según el autor, no basta sólo con prevenir, ya que en muchas ocasiones nos encontramos con situaciones en la que los alumnos ya pertenecen a ese colectivo de enfermos obesos. Se hace necesaria la intervención centrada en tres vías de actuación: la prevención, comentada anteriormente, la detección de los sujetos afectados por la obesidad y la lucha contra el entorno obesogénico.
Según lo expuesto, la segunda vía a seguir una vez descartada la prevención, seria la detección de los sujetos con obesidad; y la tarea que se le asigna al profesor, en este caso, será la de ayudar a los alumnos a solucionar sus problemas por medio de la Educación Física.
Hay diferentes programas establecidos contra la obesidad para ser impartidos en las escuelas, pero la realidad es que ninguno de ellos es compatible con la asignatura de Educación Física, ya que para su desarrollo se necesita más tiempo del que en realidad esta asignatura dispone.
La tercera vía a seguir es la lucha contra el entorno obesogénico. “Se trata de promover el desarrollo de conocimientos, capacidades y actitudes que permitan al individuo tomar decisiones más informadas, cuestionando los modelos dominantes y exigiendo a la sociedad de la que forma parte más y mejores posibilidades para que tanto la forma de entender la salud como el ocio, repercutan en el desarrollo de la calidad de vida individual y colectiva” (Hernández Álvarez, 2004, p. 194). Es decir, que el alumnado no sólo modifique sus hábitos, sino que se involucre en el cambio de su realidad.

La finalidad de todo esto es que el profesor colabore en la formación de los alumnos de manera positiva, interviniendo en que se desarrollen en un ambiente sano para prevenir y combatir la obesidad. A fin de cuentas, la Educación Física y el docente debería ser un nexo de unión entre los múltiples factores que intervienen en el entorno obesogénico, para que sus distintas interacciones favorecieran un entorno más positivo y saludable.

4.2. Estrategias para la inclusión de los obesos en la EF escolar
Ríos (2005) propone la necesidad de aumentar el número de sesiones de Educación Física en alumnos obesos, desarrollando la resistencia aeróbica, para favorecer la disminución del peso y del volumen corporal. Igualmente recomienda evitar esfuerzos violentos, reduciendo el impacto en las articulaciones.
El Parlamento Europeo solicita a los centros educativos de la Unión Europea que impartan obligatoriamente 3 horas semanales de Educación Física, con la finalidad de evitar el sobrepeso y la obesidad infantil. Recordemos que en España, más del 30% de los niños de entre 7 y 11 años padece problemas de peso.
Paradójicamente, nuestro sistema educativo actual derivado de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), plantea una reducción horaria en el área de Educación Física en beneficio de las áreas instrumentales. De tres horas semanales en el primer y segundo ciclo de educación primaria se pasan a dos.
Instruir es muy importante, pero la salud física y psíquica, la integración social y la autonomía personal lo son más.
El aumento del número de horas en Educación Física debe ir encaminado al desarrollo de hábitos saludables, al fomento de un estilo de vida físicamente activo y a la ocupación del tiempo de ocio a través de la práctica de actividades físicas.
¿Cómo podemos crear en nuestros alumnos un estilo de vida saludable ligado a la actividad física y deportiva sistemática, si no se le proporciona un número de horas que garanticen efectos positivos sobre los diferentes órganos y sistemas corporales?

Así pues, con un aumento del número de horas de la educación física en el currículum escolar, tal y como se viene comentando, se podrían poner en práctica estrategias grupales y sociales para alumnos en las que sea el entorno por sí mismo el que de una solución lógica (bajo una información previa de conocimiento inculcados por el docente) y las pongan en práctica como expone Gussinyé, S. (2005) en su Tesis doctoral Aplicación del Programa de Tratamiento Integral para la Obesidad Infantil “Niñ@s en movimiento”.

Desde este documento se propone el planteamiento de una actividad relacionada con cada bloque de contenidos del currrículum escolar de Educación Física, creando grupos de trabajo (alumnos) en los que existan compañeros con problemas de obesidad y sobrepeso. El grupo de trabajo deberá discutir el por qué de la realización de las actividades, relacionándolas con los contenidos teóricos tratados sobre hábitos saludables, actividad física y salud.
Por otra parte, y dado que las Administraciones (que tienen las competencias) no pretenden abordar el problema, es más, lo intensifican reduciendo el número de horas desde las cuales se podría abordar la situación (Educación Física), habría que plantearse si la solución no podría venir desde fuera de las aulas.
Proponemos la creación de Talleres donde se trabaje la educación alimentaria, los hábitos de vida saludables y la actividad física orientada a la salud, todo ello complementándolo con horas prácticas donde se enseñe a realizar las actividades de forma correcta y divertida; éstas podrían realizarse en horario extraescolar, bien en las mismas instalaciones de los colegios o de forma privada en Centros Deportivos.
No obstante, y a pesar de que creemos en la última propuesta, habrían de pasar muchos años en nuestro país y habría de hacerse un gran esfuerzo desde las autoridades y los medios, para que la gente tomase con naturalidad y no como algo exclusivamente de interés para los obesos, la participación en actividades extraescolares relacionadas con la educación alimentaria y la actividad física y salud; por ello confiamos en la primera propuesta como primera medida esperando que con el tiempo podamos hablar del desarrollo de los talleres comentados.

5. CONCLUSIONES

• Como futuros docentes y piezas fundamentales del entorno educativo de la sociedad adolescente, debemos hacer consciente a dicha población que la obesidad y el sobrepeso, más allá de valores puramente estéticos, tiene una repercusión directa sobre la salud, y que esta última es determinante para el bienestar en la edad adulta y la vejez.

• Además, dentro de las estrategias del docente, se debe tener en cuenta la concienciación a nivel social o grupal, por parte de los alumnos, de la necesidad de paliar los efectos nocivos para la salud que se derivan de la obesidad, siendo éstos los que propongan actividades dentro de un marco teórico y de conocimientos relacionados con la educación física, la actividad/ejercicio física/o y la salud.

• La detección de personas con problemas de sobrepeso y/o obesidad es fundamental para el docente puesto que en base a ella deberá aplicar las estrategias, conformando grupos de trabajo en los que estas personas con los problemas nombrados, se encuentren integradas y cómodas para discutir los temas a tratar.

• Los contenidos deben tener relación, sobre todo, con hábitos alimenticios, propiciando la promoción de la dieta mediterránea y estilos de vida activos, como se evidencia en literatura diversa.

• La obtención de resultados positivos en relación al punto anterior, garantizará la persistencia en alimentación y estilos de vida saludables en edades posteriores, con lo que el porcentaje de personas con problemas de obesidad y sobrepeso se verá reducido y con ello los factores de riesgo de padecer enfermedades no contagiosas en dichas personas. Además, y teniendo en cuenta la concepción moderna de salud, dicho avance positivo hacia lo saludable se verá reflejado en el niño/adolescente sobre aspectos psico-afectivos llevándole a un estado de bienestar bio-psico-social.

• Hemos de concienciar a la sociedad de que el problema de la obesidad nos incumbe y es responsabilidad de todos.

 • La prevención es tan importante como el tratamiento que se lleva a cabo y todos, desde nuestra esfera de influencia podemos ayudar a mejorar a nuestra generación y a las consecutivas.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- Consellería de Educación de la Comunidad Valenciana (2007). Decreto 112/2007 por el  que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunitat Valenciana.

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